El dolor en el tendón del tibial anterior es una condición frecuente, especialmente en personas activas, corredores o pacientes con alteraciones posturales o de marcha.
En muchos casos, este dolor viene acompañado de una disminución en la activación del tibial anterior, lo que puede complicar la función y cronificar los síntomas.
Sin embargo, no todos los déficits de activación tienen el mismo origen. Algunos son consecuencia de un déficit de origen central , mientras que otros están relacionados con errores en la ejecución del movimiento.
Si trabajas con pacientes que presentan déficits de activación muscular, entender el origen real del problema es clave para guiar el tratamiento.
Gracias a la EMG con biofeedback, ahora es posible identificar si ese déficit es de origen central o mecánico, lo que te permite tomar decisiones clínicas más precisas y reeducar el patrón muscular de forma objetiva y eficiente.
En este post vas a aprender a diferenciar ambos tipos de déficit con ejemplos reales, y a aplicar herramientas como la electromiografía de superficie (EMG) y el biofeedback para reeducar la función muscular y sus movimientos de forma eficaz.
Paso 1: Evalúa la actividad muscular en un test analítico
El primer paso consiste en valorar si existe un déficit muscular real en el tibial anterior. Para ello, usamos una prueba sencilla: una dorsiflexión resistida manualmente.

- Tibial anterior derecho = Tibial anterior izquierdo
✅ Esto indica que no hay un déficit de origen central, ya que el músculo es capaz de activarse de forma normal cuando se aísla en una contracción voluntaria específica.
Paso 2: Evalúa un movimiento funcional con carga
A continuación, analizamos la actividad muscular durante un movimiento más complejo: una sentadilla, que implica control motor, estabilidad y coordinación.

- Tibial anterior derecho << Tibial anterior izquierdo
❌ Aunque en el test analítico ambos músculos se activaban por igual, durante la sentadilla el tibial derecho se activa mucho menos, lo que sugiere una disfunción de origen mecánico, probablemente relacionada con el patrón motor.
¿Dónde estaba el problema en realidad?
Aunque en la evaluación analítica el tibial anterior derecho mostraba una activación similar al izquierdo, durante un ejercicio funcional como la sentadilla la activación del lado derecho era claramente inferior.
Esta diferencia no se debe a un déficit muscular estructural, sino a una alteración en la forma en que ese músculo se integra dentro del patrón motor en carga.
Más concretamente, el problema aparecía cuando el pie estaba apoyado en el suelo, actuando como punto fijo distal. En esta situación, que requiere estabilización y control durante la recepción de carga, el tibial anterior derecho no consigue activarse con la misma intensidad que el lado sano.
Este hallazgo nos lleva a concluir que no hay un fallo del músculo en sí, sino una alteración en la integración neuromuscular del tibial anterior dentro del patrón funcional de movimiento.
Es decir, el músculo no se activa de forma adecuada cuando el sistema necesita su participación para estabilizar la articulación durante la ejecución de la sentadilla.
Para abordar este patrón alterado, utilizamos una herramienta clave: el biofeedback mediante EMG, que permite al paciente visualizar en tiempo real la activación muscular y ajustar su ejecución.
Reeducación con biofeedback: dos estrategias en acción
Primera estrategia: Biofeedback con instrucción simple
Se le pidió al paciente que simplemente «subiera la línea morada», correspondiente al tibial anterior derecho en l gráfica.

❌ Resultado:
- No logró aumentar la activación muscular.
La orden verbal no fue suficiente para modificar el patrón motor.
Segunda estrategia: Biofeedback + explicación detallada
Acompañamos el biofeedback con una instrucción más específica:
“Intenta apoyar el pie completo, incluyendo el talón, no solo el mediopié, y busca aumentar la línea morada”.

✅ Resultado:
- El paciente logró activar más el tibial anterior derecho, corrigiendo la ejecución de la sentadilla y ajustando su patrón motor gracias a la información visual y verbal.
Comparando las gráficas de EMG, se observa claramente cómo el uso combinado de biofeedback y una explicación detallada permitió una mejora significativa en la activación del músculo.
El paciente pasó de un patrón disfuncional a uno más eficiente, sin necesidad de modificar la fuerza muscular, solo corrigiendo la forma de moverse.
Conclusiones
Este caso demuestra una idea fundamental:
No todo déficit de activación es un déficit muscular. A veces, el problema está en el movimiento, no en el músculo.
Usar herramientas como la EMG con biofeedback te permite:
- Identificar si el déficit es de origen central o mecánico.
- Tomar decisiones clínicas más precisas.
- Reeducar la activación muscular de forma eficaz y objetiva.
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Nos vemos en el siguiente post 🙂