3 Tips para elegir la carga perfecta y no arruinar los ejercicios de tus pacientes

La aplicación de la electromiografía en la elección de la carga está motivada por el problema de las molestias musculoesqueléticas durante algunas fases del entrenamiento.

Se asume comúnmente que tales molestias están asociadas a las fuerzas biomecánicas que actúan en el cuerpo, ya que un exceso de carga sumado a movimientos repetitivos (las repeticiones de un ejercicio por ejemplo) se identifican como factores de riesgo en los estudios epidemiológicos. 

Sin embargo, estas fuerzas biomecánicas también pueden resultar en una mejora de la salud. Por lo tanto, la cuestión clave es distinguir las fuerzas que promueven la salud de las que pueden causar problemas de salud y molestias físicas.

En este modelo, se puede usar la electromiografía de superficie para estimar la actividad muscular y proporcionar una estimación del riesgo de un futuro desarrollo de un problema de salud.

En el post de hoy vas a aprender 3 claves para elegir la carga perfecta y no arruinar los ejercicios de tus pacientes.

Estos son los 3 tips para controlar la carga de tus pacientes como un pro:

1. Cuando aumentas la carga, los músculos agonistas y/o sinergistas aumentan su actividad

Una de las leyes fundamentales de la actividad muscular plantea que cuanto más fuerza, carga o velocidad actúa en una tarea específica, mayor reclutamiento será necesario para ejecutarlo con garantías de éxito. Efectivamente hablamos del principio de Henneman.

En este ejemplo, el vasto medial y lateral del paciente tienen menos actividad cuando ejecutan el ejercicio sin carga que cuando se añaden 24 Kg de peso.

Por lo tanto, tiene sentido pensar que si tu paciente añade peso a un ejercicio, los músculos deberían tener un mayor reclutamiento. De lo contrario podrías plantear la hipótesis de que esa carga la están soportando otras estructuras o músculos que no te interesan.

2. Cuando aumentas la carga, los músculos se activan y relajan

En muchas ocasiones podrás encontrar que cuando tu paciente aumenta la carga, músculos como el trapecio superior o los erectores espinales dejan de relajarse entre repeticiones.

Controlar esta carga será clave si tu objetivo es disminuir la tensión sobre estos músculos. Por ejemplo, imagina que decides añadir una resistencia más fuerte en un ejercicio de rotación externa y obtienes este resultado:

Cuando añades menos resistencia, tu paciente mantiene el trapecio superior en la banda de relajación mientras que cuando aumentas la resistencia empieza a alcanzar valores cercanos al 40% de su máxima contracción.

3.  Cuando aumentas la carga, la sinergia entre músculos sigue siendo correcta ✅

Una mala sinergia entre estos dos grupos de fibras provocará patrones de movimiento alterados que dificultan la correcta función de una articulación.

Por este motivo, cuando elijas ejercicios basados en criterios electromiográficos es fundamental conocer cómo son las demandas de cada grupo de fibras en el movimiento seleccionado para saber si estás consiguiendo el objetivo que persigues.

 

Por ejemplo, si tu objetivo es trabajar el deltoides medio usando aperturas de hombros, no tendría sentido que un músculo sinergista como el trapecio superior activase por encima del músculo agonista, el deltoides medio. ⬇Mira este ejemplo⬇

Cuando el paciente trabaja sin carga, el deltoides medio es el músculo dominante. Sin embargo, cuando añades la carga el trapecio comienza a activar más que el propio deltoides.

POR LO TANTO

⬅Antes solo podías elegir la carga en función de las sensaciones de tus pacientes o en función de la velocidad de ejecución si usas tecnología como encoders. Esto puede llevarte a cometer errores de subestimación de la carga a nivel neuromuscular.

➡Ahora tienes 3 nuevos criterios para distinguir entre fuerzas biomecánicas buenas o dañinas y elegir la mejor carga para acelerar la recuperación y la ganancia de fuerza de tus pacientes.

     Si has llegado hasta aquí, estás un paso más cerca de convertirte en un especialista en actividad muscular.